Sunday, July 22, 2007

Los Ideales de la Tirania

El socialismo, junto con otros movimientos basados en el igualitarismo, frecuentemente ha sido defendido como un ideal moral. Mucha gente considera el afán por la "igualdad" como algo encomiable. Sin embargo, se afirma frecuentemente, a pesar de estar basado en un principio moral, que el socialismo falló porque usó medios inmorales para lograr sus fines.

El problema es que el método de implementación de los ideales socialistas es inherente a los ideales. La igualdad, el principio rector del socialismo que muchos consideran su mayor virtud, lleva inevitablemente a la dictadura. El ex teórico marxista David Horowitz dice que "los derechos históricamente proclamados en el paradigma de la izquierda son auto contradictorios y llevan a su propia derrota". El logro de la igualdad requiere de la supresión de la libertad. Horowitz escribe "El régimen de justicia social, con el cual sueña la izquierda, es un régimen que por su propia naturaleza debe aplastar la libertad individual. No es una cuestión de elección de los medios políticos correctos (a la vez que se evitan los incorrectos) a fin de alcanzar los fines deseados. Los medios están contenidos en los fines. La revolución de la izquierda debe aplastar la libertad a fin de lograr la "justicia social" que busca. Es incapaz, por tanto, de alcanzar siquiera ese fin. Este es el círculo totalitario que no se puede cuadrar. El socialismo no es pan sin libertad; no es pan ni es libertad".

La naturaleza destructiva del socialismo es el resultado de su deseo de igualdad. Las razones no son difíciles de entender. En The Constitution of Liberty, F.A. Hayek escribió, "No es cierto que los seres humanos nacen iguales; ...si los tratamos igualmente, el resultado tendrá que ser desigualdad en sus posiciones... (así) el único modo de colocarlos en igual posición sería tratarlos de modos diferentes. La igualdad ante la ley y la igualdad material son, por lo tanto, no solo distintas sino que en conflicto una con la otra"

Existen en el mundo personas con distintos niveles de inteligencia además de distintos niveles de educación y habilidad. No todos pueden ser físicos nucleares o fisioterapeutas. Y ninguna cantidad de educación va a cambiar eso. Entonces ¿cómo alcanzamos la igualdad de resultados, si esa es nuestra meta? El único método que queda es acabar con la excelencia. Aquellos que son inteligentes se convierten así en víctimas de la violencia de los menos inteligentes de su sociedad. Esta es la razón por la cual Mao tuvo su Revolución Cultural; la razón por la cual Pol Pot atacó a los que tenían una educación; la razón por la cual Robert Mugabe en Zimbabwe tomo como objetivo a los profesionales negros y los granjeros comerciales blancos. El sociólogo Robert Nisbet afirma que el igualitarismo es la doctrina fundamental de los movimientos políticos revolucionarios. Mas que cualquier otro valor, la igualdad es el móvil principal del radicalismo. Ningún otro valor sirve tan eficientemente a la hora de distinguir entre las variadas ideologías de hoy en día o, para el caso, de los últimos siglos. La actitud respecto a la igualdad en el complejo de bienes sociales, culturales y económicos nos dice casi perfectamente si uno es radical, liberal o conservador.

La preocupación por la igualdad ha sido en Occidente, la marca distintiva de los radicales por un largo tiempo. La pasión por la igualdad, vívida por primera vez durante la Revolución Puritana, ha sido la marca distintiva esencial de toda gran revolución en Occidente (con la posible y mixta excepción de la Revolución Estadounidense) y ha llevado, muchas veces con un grado de regocijo, la exhortación de sus más ardientes devotos a socavar, derribar y destruir cualquier sociedad donde se pueda encontrar desigualdad.

Una sociedad libre no será una de igualdad. Una vez que los seres humanos son libres las decisiones que inevitablemente tomarán cambiarán sus niveles de riqueza. Aún si fuésemos capaces de redistribuir toda la riqueza equitativamente, apenas la pesada mano del control central sea eliminada, la desigualdad surgirá inmediatamente. Imaginemos una sociedad de completa igualdad de riqueza pero en donde cada uno fuese libre de tomar decisiones respecto de su vida. Si la riqueza era igual a las 8 de la mañana sería desigual a las 8:01. Algunos individuos habrían gastado su dinero, en tanto otros lo invertirían. Algunos lo apostarían o comprarían bombones. Otros comprarían herramientas para trabajar o pagarían por capacitación. Cada decisión significa que la distribución de la riqueza resultaría progresivamente desigual. El único modo de prevenir esto es quitarle a cada individuo el derecho a tomar sus propias decisiones. La destrucción de la libertad es el único método de implementar la igualdad de resultados.

Por consiguiente cada sociedad igualitaria depende en última instancia de la coerción y la tiranía para alcanzar sus metas. Algunas han sido más moderadas que otras, pero la metodología sigue siendo la misma. Incluso los estados de bienestar más moderados requieren de políticas sistemáticas y perpetuas de redistribución coercitiva.

Socialismo Democratico

El socialismo democrático no es la excepción. En un artículo para el Free Inquiry de otoño de 1989, el profesor Kai Nielsen argumentaba que en una sociedad socialista "la autoridad y el poder son compartidos. Todos tienen igual acceso a ellos, al menos en el sentido débil de ´un hombre, un voto´". El resultado, dice, "produce una mayor igualdad de condición". Pero esto no es cierto. Las minorías rara vez se benefician con el voto de la mayoría. Esto fue tan cierto para los negros en el sur de Jim Crow como lo es hoy para los blancos viviendo en Zimbabwe. Por lo menos bajo el capitalismo algún "codicioso" empresario está dispuesto a venderme los bienes que quiero. Pero bajo el socialismo democrático tengo que convencer a la mayoría de mis conciudadanos de los beneficios de satisfacer mis necesidades o deseos. Apelar a los deseos egoístas de un emprendedor "codicioso" es mucho más fácil que apelar a los impulsos altruistas de la población en general. Nielsen argumentaba que "una sociedad socialista será más igualitaria que una capitalista", y sospecho que tiene razón. Pero hay dos formas de crear una sociedad igualitaria. Una es elevar a todos al nivel más alto; la otra el bajar a todos al nivel más bajo. La primera opción ha resultado mas bien esquiva, mientras que la segunda parece mucho más fácil de lograr. Los programas de reparto de riqueza terminan inevitablemente en planes de reparto de pobreza.

Los anticapitalistas dicen que el hecho de que un mercado libre produce recompensas desiguales prueba que es inferior, si no maligno. Pero en una sociedad donde se permite la libertad de conciencia algunas personas piensan más racional y eficientemente que otras. ¿Es peor tener aptitudes de pensamiento desiguales que tener aptitudes económicas desiguales? De hecho mucha de la desigualdad de riqueza se debe a la desigualdad en la aptitud de pensamiento. Cada persona debería tener igual derecho a pensar, e igual derecho a su fuerza de trabajo, pero no se puede garantizar resultados iguales sin bajar la aptitud de los mejores a los estándares de los menos capaces.

Los socialistas son muy locuaces al descartar los modos en que el socialismo restringe la libertad individual. Nielsen escribe "El socialismo prohibe los actos capitalistas, o al menos la mayoría de los actos capitalistas, entre adultos anuentes. Pero eso simplemente significa que restringe la compra y la venta. No se refiere en lo más mínimo a las libertades realmente cruciales, a saber, libertades civiles tales como libertad de expresión, de voto, de circulación, de conciencia y similares".

El uso de la palabra "simplemente" en este párrafo es insultante. Le dicen a uno que tiene libertad de expresión pero no libertad de comprar y vender. Los medios de producción más importantes van a estar en manos del estado. Uno puede decir lo que quiera, pero tiene que comprarle al estado el papel, la tinta y la prensa que necesita para diseminar sus ideas. Uno tiene libertad de viajar pero es de suponer que en una aerolínea, ferrocarril o servicio de colectivos estatal y tan solo si no contradice algún plan central democráticamente decidido. Uno será libre de usar sus libertades civiles siempre y cuando no utilice recursos para este fin. Si uno utiliza recursos entonces habrá que ir al Estado para pedir permiso.

Incluso en una sociedad socialista democrática se requiere la implementación material de derechos pero los recursos materiales están en manos del Estado. El socialista democrático aparentemente cree que los humanos son espíritus no corpóreos que pueden alcanzar "valores más elevados" en un mundo no material. En toda sociedad capitalista abundan los diarios, panfletos y libros socialistas. Bajo el capitalismo el socialista no necesita obtener el consentimiento de la mayoría para publicar sus programas. Lo mismo no se sostiene para los capitalistas y otros disidentes en el paraíso socialista.

Libertades Cruciales

El profesor Nielsen también desnuda la desigualdad intrínseca del socialismo cuando afirma que la gente puede hacer uso de "las libertades realmente cruciales". No provee una respuesta a una pregunta importante pero no formulada: ¿crucial para quien? Como los socialistas en todas partes del mundo, Nielsen nos dice que algunas libertades son más importantes que otras y que él y sus colegas socialistas van a decidir por nosotros cuales son realmente cruciales. ¿Pero qué pasa si uno esta en desacuerdo con Nielsen? ¿Qué pasa si uno piensa que el derecho a vender su fuerza de trabajo es más importante que su libertad de expresión?

Nielsen ya respondió esta pregunta: "En una sociedad socialista nadie puede comprar ni vender fuerza de trabajo". Debido a que el profesor no valora el derecho de vender la fuerza de trabajo uno estaría impedido de venderla sin importar lo que desee. Nielsen obtiene el derecho desigual a imponer su sistema de valores sobre uno. Su sociedad será una donde tendremos que valorar libertades "en competencia" de acuerdo con sus deseos.

El igualitarismo socialista pronto se transforma en la pesadilla orwelliana donde "algunos animales son mas iguales que otros".

La desigualdad intrínseca del socialismo queda también expuesta cuando Nielsen nos dice: "Con una planificación más racional que la posible en el capitalismo y con una economía estructurada a fin de satisfacer necesidades humanas, el socialismo puede aumentar el bienestar más que lo que puede el capitalismo". Pero para que haya "planificación racional" y una economía "estructurada" alguien tiene que planificar y estructurar. ¿Quién va a tener ese poder? ¿Y que pasa si uno no quiere ser "planeado" y estructurado de acuerdo a los caprichos de alguien?

Los socialistas dicen que bajo el capitalismo hay dos clases: los capitalistas y los trabajadores. Pero bajo el socialismo también hay dos clases: los planificadores y los planificados. Bajo el capitalismo los empresarios compiten para comprar tu fuerza de trabajo y uno tiene la opción de elegir para cual de los empresarios disponibles trabajará. Y si no le gusta ninguno de los disponibles uno puede abrir su propio negocio. Bajo el socialismo hay un empleador y uno no tiene opción. La única "opción" que uno tiene bajo el socialismo es la de vivir según los valores del socialista. De hecho no se puede usar la palabra "opción" en este contexto ya que una opción requiere alternativas y la libertad de elegir entre ellas.

En una sociedad libre nadie actuaría para impedir que los socialistas establezcan su sociedad "ideal". Pero en el mundo de Nielsen los socialistas impedirían a los liberales establecer su sociedad. Dicho de otro modo, no hay igualdad de derechos en el socialismo. Los socialistas, como todos los dictadores, al fin y al cabo terminan otorgando un derecho: el de vivir según sus valores, deseos y planes.

El plan grandioso de los socialistas sería "decidido democráticamente" según Nielsen. Pero se pasa por alto alegremente como se lograría esto. También se pasa por alto la cuestión fundamental de por qué la mayoría tiene el derecho de planificar democráticamente tu vida. Si la mayoría en una sociedad socialista tiene el derecho de imponer su voluntad a una minoría simplemente porque tiene la mayoría, entonces, la mayoría tiene derechos en esta instancia especifica que la minoría no tiene. Nuevamente nos encontramos con la desigualdad de derechos y sin embargo los socialistas nos dicen que bajo el socialismo hay igualitarismo.

El profesor Nielsen cierra su argumentación con un llamado al derecho de imponer sus valores: "El compromiso con la autonomía es un compromiso con la autoconducción: lo que limitaría esto de manera más notoria serían impedimentos a las libertades civiles, pero éstas no son afectadas por el socialismo. Lo que se toca es la libertad de compra y venta, incluyendo la libertad de comprar y vender fuerza de trabajo. Esto raramente afecta a la gente viviendo vidas auto conducidas, pero incluso si lo hiciese, significaría canjear una libertad inferior por un superior".

No estoy de acuerdo. Yo no divido mis libertades en "inferiores" y "superiores". La considero indivisible. Como la mayoría de los socialistas, Nielsen no le da valor a la libertad económica por lo tanto es una libertad "inferior". El igualitarismo de Nielsen significa que él puede canjear las libertades que usted y yo valoramos porque él no las valora. ¿Los parámetros de quién usamos para categorizar nuestras libertades? ¿Lo decidimos democráticamente? ¿Deberían las libertades civiles ser decididas por la muchedumbre? ¿O recurrimos a Nielsen y sus colegas nuevamente y dejamos que ellos decidan por nosotros? La capacidad de producir, es decir, de trabajar, ya que no puede haber producción sin fuerza de trabajo, debe ser planificada si una sociedad socialista quiere seguir siendo socialista. Si los planificadores van a planificar la economía racionalmente deben ser capaces de dirigir a la fuerza de trabajo: adiós a la libertad de movimiento ensalzada por Nielsen. ¿Cómo pueden planificar la economía si la gente es libre de buscar sus intereses particulares? Si los planificadores necesitan ingenieros pero la gente desea estudiar filosofía los planificadores van a necesitar el poder para cerrar las aulas de filosofía y transferir a los futuros profesores a clases de ingeniería. Si no tienen el poder de hacer esto, ¿cómo van a planear la economía? Si tienen el poder de elegir nuestras aspiraciones intelectuales, ¿qué pasa con la libertad de conciencia? Después de todo la economía debe estar estructurada para satisfacer "necesidades humanas" en el sentido colectivista, no necesidades individuales.

El socialismo democrático que protege las libertades individuales es, a fin de cuentas, una ilusión que solo puede ser lograda a punta de pistola. El defecto fatal del socialismo es doble: primero, la arrogancia intrínseca en el deseo de planificar la vida de otros; segundo, la fuerza necesaria para imponer esta planificación en sujetos que no la desean. Esta no es la formula para la libertad, es la formula de la tiranía. Los horrores tiránicos vistos durante el siglo pasado bajo las dictaduras de intelectuales marxistas no eran contrarios a sus metas idealistas. Los métodos y las metas están íntimamente ligadas. La realidad dictatorial fue el resultado directo de las metas idealistas. Mas allá de lo que deseen los seres humanos el hecho es que los hombres libres nunca serán iguales y los hombres iguales nunca serán libres.


Friday, June 15, 2007

¿Existen Dos Libertarianismos?

El pensamiento libertario, o liberal clásico, suele dividirse en dos corrientes supuestamente distintas. Hace algunos años, en un artículo controvertido, R. W. Bradford (utilizando su seudónimo "Ethan O. Waters") las llamó "Los dos libertarianismos": "moralismo" y "consecuencialismo". El moralismo sostiene que los derechos individuales se justifican apelando a las leyes naturales y a los derechos naturales. El consecuencialismo, en tanto, justifica el liberalismo porque "optimiza" la riqueza y la felicidad de la sociedad.

"Waters" sostenía que uno de los consecuencialistas principales era Ludwig von Mises, quien escribió, "El liberalismo es una doctrina dirigida enteramente hacia la conducta de los hombres en este mundo. En el último análisis, no tiene otra cosa en vista que el fomento del bienestar exterior material". Otros consecuencialistas predominantes son Milton Friedman y su hijo, David. La mayoría de los economistas que abogan por el libre mercado comparten el consecuencialismo de estos escritores: el capitalismo es un sistema adecuado porque es el sistema más eficiente.

Del otro lado del debate, entre los moralistas, se encuentran pensadores libertarios prominentes como Murray Rothbard, Ayn Rand y Tibor Machan, entre otros. Rothbard desplegó cuidadosamente sus creencias de la ley natural y de los derechos naturales en La ética de la libertad. Rand abogaba por un moralismo libertario en la mayoría de sus novelas y ensayos como Los derechos del hombre. Tibor Machan desplegó su argumento por los derechos naturales en el excelente libro Derechos Humanos y Libertades Humanas. En el siglo pasado Lysander Spooner abogaba por el concepto de ley natural de la libertad en su ensayo Ley natural. Y el abordaje de Frédéric Bastiat de la ley natural se refleja en el título de su tratado: Armonías Económicas. Los moralistas sostienen básicamente que el libertarianismo es apropiado porque es moralmente correcto.

Respecto a esta supuesta gran divisoria, el profesor Richard Epstein, de la Universidad de Chicago, afirmaba en su libro Principios de una sociedad libre que la tradición basada en la ley natural se "centra en antecedentes, no en consecuencias", mientras que "la corriente opuesta del pensamiento legal se concentra en las consecuencias de las acciones y las normas, no en sus antecedentes". Epstein lamentaba que la reconciliación entre ambas corrientes fuera muy difícil: "Estas teorías consecuencialistas pueden ser convenientes, aunque no del todo adecuadamente, agrupadas como utilitarias. Los abogados del derecho natural tienen un sentido de la intuición mucho más fuerte respecto al papel y al lugar de la libertad individual en la vida cotidiana y los asuntos políticos. Los consecuencialistas están mucho más preocupados por el progreso económico y el bienestar social que con la concepción de la libertad individual, que ellos con frecuencia consideran un poco inocente, simplista o incluso curiosa. La divisoria intelectual entre estas dos escuelas es fuerte y obstaculiza cualquier esfuerzo tendiente a su reunificación fundamental".

Estos dos libertarianismos son supuestamente dos corrientes completamente distintas del pensamiento clásico liberal. Y si bien confieso que me siento como un enano recorriendo tierras de gigantes, tuve dificultades para encontrar las diferencias irreconciliables.

Comencemos por la manera en que Lon Fuller, de la escuela clásico liberal en el derecho, explicaba el derecho natural: "Lo que he intentado hacer es distinguir y articular las leyes naturales de una clase particular de emprendimiento, que describí como 'la empresa de sujetar la conducta humana al gobierno de las leyes'. Estas leyes naturales no tienen nada que ver con cualquier 'inquietante omnipresencia en los cielos'. Tampoco tienen la menor afinidad con los argumentos que sostienen que la práctica de la contracepción es una violación de la ley de Dios. Permanecen enteramente en el plano terrestre tanto en origen como en aplicación. No son leyes 'más elevadas'; si alguna metáfora de elevación es apropiada deberían denominarse leyes 'inferiores'. Son como las leyes naturales de la carpintería, o al menos aquellas leyes respetadas por un carpintero que quiere que la casa que está construyendo permanezca en pie y cumpla con los propósitos de aquellos que la habitan."

Algunas de las burlas amontonadas sobre las teorías del derecho natural por los consecuencialistas han apuntado hacia una clase muy específica del derecho natural. La teoría clásica de la ley natural es fundamentalmente un concepto griego. Algunas variantes de la teoría natural también ejercieron influencia en la República Romana. Pero cuando Europa se adentró en la oscuridad de la Edad Media, las teorías de la ley natural se olvidaron. Fueron Tomás de Aquino y otros escolásticos quienes ayudaron a repopularizar la idea de una ley natural. Pero los escolásticos, al ser buenos católicos, le imbuyeron teología a un concepto que hasta ese momento había sido secular.

Dos Clases De Ley Natural.

El filósofo Henry Veatch señala que con Aquino emergieron dos clases muy distintas de derecho natural: "una, de origen teológico; la otra, naturalista o secularizada, basada en la luz natural de la razón humana". En la primera clase, "lo bueno o lo malo, el bien o el mal para el hombre depende claramente del orden divino. De acuerdo con esta teoría, las normas políticas y morales, lejos de ser 'naturales' en el sentido adecuado o susceptibles de ser descubiertas por la razón en la naturaleza de las cosas, parecerían más bien estar signadas por tantas obligaciones que resultan obligatorias sólo porque Dios así lo ha dispuesto".

De alguna manera, esta corriente de la teoría de la ley natural era una renuncia a la ley natural ya que no confiaba en las leyes de la naturaleza sino en la revelación sobrenatural para las normas de conducta. Como tal, se preocupaba profundamente por el alma del hombre como ser religioso. Por lo tanto, sostenía varios preceptos morales que los liberales clásicos consideraban como parte de la vida privada del hombre, no de la vida pública. Estaba profundamente preocupada por los "vicios" además de los "crímenes". Mientras el jurista holandés Hugo Grotius intentaba devolverle a la teoría de la ley natural sus raíces seculares, los teóricos católicos de la ley natural, como Francisco Suárez y Roberto Bellarmine, sostenían que las personas ejercen los derechos colectivamente. Pero Grotius era más individualista en su análisis. Él decía que "la naturaleza prohibe no todo tipo de fuerza sino sólo la que se ejerce contra la sociedad, la que no contempla los derechos de los otros". Él definía a la justicia como "la abstención de lo que es de los otros". Spooner llamaba a la ley natural "la ciencia de lo mío y lo vuestro". J. G. Merquior decía que Grotius ayudó a construir "la versión individual de la sociedad" moderna.

Con estos fundamentos en mente resulta necesario considerar lo que los consecuencialistas creen. Observemos algunas ideas básicas que todos los defensores del libre mercado aceptarían. ¿Por qué, por ejemplo, nos oponemos a los controles de precios y de salarios? La respuesta básica es bastante sencilla: estos controles distorsionan la información de consumidores y productores. Esto conduce a una mala asignación de los recursos. En otras palabras, lleva a consecuencias adversas. El capitalismo, por lo tanto, es defendido porque conduce a consecuencias positivas.

¿Pero exactamente en qué medida esto se aparta de la teoría de la ley natural? Pensemos en lo que decía Fuller: la ley natural es similar a los principios que utiliza un buen carpintero. Veatch utilizaba una analogía similar: "(Por qué) no considerar a la ética y a la política como interpretadas a la luz de esta concepción de la ley natural, como análoga a ciertas artes, habilidades y oficios? ¿Por qué el cirujano, por ejemplo, realiza una incisión de un modo y no de otro? ¿No decimos que es porque sabe cómo hacer su trabajo? Hay probablemente alguna razón -una razón real- para que lo haga de ese modo y no de otro. En este sentido, no podríamos decir que las reglas de la práctica quirúrgica son simples convenciones sin ningún sustento natural... Y lo mismo ocurre con innumerables técnicas y habilidades: contaduría, cocina, abogacía, enseñanza, la construcción de un puente, etc. En todos estos casos el experto sabe cómo realizar su trabajo y sus conocimientos no son otra cosa que el conocimiento de lo que requiere la situación o la naturaleza del caso, ya sea en cirugía, en la pesca, en la cocina o en la construcción de un puente".

Al hablar de las leyes de la naturaleza, a lo que realmente nos referimos es a que la naturaleza específica de las entidades requiere acciones específicas si se pretende lograr las metas deseadas. Si se actúa de manera equivocada, los resultados no serán aquellos deseados. Mises dejó en claro que la diferencia real entre el liberalismo y el socialismo no radica principalmente en las metas perseguidas sino en los medios para alcanzarlas. Los socialistas fracasan no por buscar algo equivocado, sino porque utilizan métodos equivocados para lograrlo. Sus acciones tienen consecuencias que son independientes de sus intenciones. Uno puede decir que hay leyes naturales de la acción humana que requieren métodos específicos tendientes a lograr las metas buscadas. Mises, consecuencialista en esencia, sostenía que existen leyes "naturales", pese a que se referiría a ellas como leyes económicas. Son leyes o principios de economía que existen por la realidad de la naturaleza humana. Y son leyes susceptibles de ser descubiertas por el uso de la razón. Estas leyes económicas suenan increíblemente como ley natural.

El gran "moralista" liberal Grotius decía que las leyes naturales son "tan ciertas que nadie puede negarlas sin violentarse a sí mismo". Por lo tanto, sostenía que acaecerán consecuencias desagradables si se ignoran estas leyes.

Una Cuestión De Semántica

Todo el debate sobre los "dos libertarianismos" parece ser una cuestión de semántica. Los teóricos de la ley natural sostienen que estas leyes sólo pueden determinarse a través del uso de la razón. Afirman que cuando se aplica el pensamiento racional a la naturaleza específica de la realidad, y cuando se persiguen metas específicas, la naturaleza de la realidad determina el curso de acción necesario para lograr esas metas. Esta es la ley natural. Ignorarla conduce a resultados no deseados.

La razón por la cual la sociedad libre funciona, en el sentido de lograr más de aquello que todos estamos de acuerdo que es "bueno" para la humanidad, es que es coherente con la naturaleza humana. El capitalismo funciona porque es coherente con la naturaleza del hombre. Cuando decimos que el socialismo en cualquiera de sus formas no funciona, nos referimos a que conduce a consecuencias no deseadas. Esto sucede porque no tiene en cuenta las leyes de la naturaleza del hombre. A menos que la naturaleza de la realidad cambie radicalmente, estas leyes naturales continuarán siendo las mismas. El jurista romano Cicerón, en su libro De Republica, lo explicó muy bien: "La verdadera ley es la razón correcta en armonía con la Naturaleza; su aplicación es universal, inalterable y eterna; convoca al deber por las normas, y previene las malas acciones a través de prohibiciones. Y no impone obligaciones y prohibiciones a los hombres de bien en vano, pese a que tampoco tiene efecto sobre los hombres con maldad. Tratar de alterar esta ley es pecado, tampoco se puede permitir abolir cualquiera de sus partes, y es imposible abolirla completamente. Ni el Senado ni el Pueblo pueden liberarnos de estas obligaciones, y no tenemos que buscar fuera de nosotros mismos algún intérprete o expositor de esta ley. Y no habrá en Roma leyes distintas a las de Atenas, o leyes distintas ahora que en el futuro, sino una ley eterna e inalterable que será válida para todas las naciones y para todos los tiempos."

"Ethan O. Waters" confesó que al final se encontraba a sí mismo discutiendo desde una perspectiva moralista. Y dijo que los "moralistas" que él conoce parecen terminar siempre sosteniendo que su postura es acertada sobre la base de las consecuencias de las distintas alternativas. Luego dice: "Quizá deberíamos considerar los dos libertarianismos como dos aspectos de la misma idea básica. Si el libertarianismo es una teoría apropiada, no hay razón para dudar que es tanto moralmente adecuada como eminentemente práctica".

Pero esto es precisamente lo que los teóricos de la ley natural seculares, desde los griegos hasta Grotius y Veatch, han venido diciendo. Son las leyes de la naturaleza las que determinan las consecuencias. Y al perseguir metas específicas, si nuestros medios no son armónicos con las leyes de la naturaleza, fracasaremos. "Waters" tiene razón al preguntarse si los dos libertarianismos son los dos lados de una misma moneda. Lo son. Si todo tiene una naturaleza específica, entonces las acciones necesarias para manipular la realidad se determinan a través de esa naturaleza. Las consecuencias se determinan de acuerdo a si nuestras acciones son coherentes con la ley natural.

Mises, al parecer, también vio las similitudes entre los dos libertarianismos. En Teoría e Historia escribió: "Mucho antes de que los economistas clásicos descubrieran que prevalece una regularidad en la secuencia de los fenómenos de la acción humana, los paladines de la ley natural ya eran algo conscientes de este hecho ineludible. De la apabullante diversidad de doctrinas introducidas bajo la rúbrica de ley natural, finalmente surgieron una serie de teoremas que ninguna objeción podrá invalidar. Hay en primer lugar una idea de que existe un orden dado en la naturaleza de las cosas al que el hombre debe adaptarse si quiere triunfar. En segundo lugar, el único medio del que el hombre dispone para el conocimiento de este orden es el pensamiento y la razón, y ninguna institución social existente está exenta de ser examinada y evaluada por un cuidadoso razonamiento. En tercer lugar, no disponemos de un estándar para la evaluación del modo de acción de los individuos y de los grupos de individuos sino el de los efectos producidos por tal acción. Llevada hasta las consecuencias lógicas últimas, la idea de la ley natural conduce al racionalismo y al utilitarismo."

Tuve problemas para encontrar la diferencia real entre los moralistas libertarios y los consecuencialistas libertarios. Si existe alguna, los defensores de la ley natural son buenos con relación a los principios, mientras que los consecuencialistas se concentran en los resultados. Pero dado que los principios buenos conducen a buenos resultados, no puedo ver la gran divisoria. Para mí no existen dos libertarianismos. Una sociedad libre no sólo es adecuada sino que funciona. ¿Qué más puede decirse a su favor?